El diseño editorial. Las peculiaridades de nuestros libros como objetos
El diseño de un libro puede transformar la experiencia de leer. Por ejemplo, los libros pop-up, famosos en el ámbito de la literatura infantil y juvenil, permiten la interacción con lo leído al ir desplegando sus páginas, de las que saltan castillos, dragones o árboles tridimensionales. En los libros de arte, los grandes formatos y los papeles luminosos permiten apreciar mejor las reproducciones de cuadros, fotografías o esculturas. En el caso de las novelas y cuentos, el tamaño de la fuente tipográfica y una buena ilustración de portada convencen a lectores indecisos de llevarse un libro a casa.
El diseño editorial no es sólo un complemento del contenido; al contrario, sugiere una unidad entre el texto y el marco que lo contiene. Quienes diseñan libros piensan en el encuentro físico entre éstos y sus lectores. El formato, el tamaño, los colores o las tipografías son las primeras cartas de presentación de los libros ante el público y los dotan de una personalidad única, que puede hacerlos reconocibles o memorables. De ese modo, uno no sólo recuerda de qué se trataba el libro, sino también cómo era, cómo lucía o se sentía.
En Libros UAM pensamos el diseño en función de nuestras colecciones y las posibles experiencias de quienes nos leen. Por ejemplo, la novela Grimorio, publicada en la colección Molinos de Viento, incluye un sobre al final donde se pueden hallar diversos objetos (desde un mapa hasta una carta de tarot) que complementan una historia en torno a la magia y el fracaso amoroso. Otra de nuestras publicaciones recientes, Cómo nace una editora, de Ana Elisa Ribeiro, es una suerte de libro doble que se despliega a la derecha en español y a la izquierda en portugués.