Edición y sustentabilidad. ¿Un vínculo posible?
La respuesta es sí, es un vínculo posible. Y cada vez más común. La inquietud por la huella ecológica alcanza también a la industria del libro. Si la producción de impresos es una actividad que, históricamente, ha estado vinculada al consumo y que tiene el ojo puesto en un público, parece obligatorio –en un contexto como el actual– que tanto la producción como la circulación de libros respondan a dinámicas ecológicas, más conscientes y sustentables con el mundo.
Uno de los grandes avances se aprecia en la elección de materiales. Libros que se imprimen en papel reciclado o que utilizan la merma de las imprentas –el papel que sobra al imprimir–. Las tintas de impresión ecológica –que no contienen metales pesados, como plomo o mercurio—también son una opción a contemplar, pues están hechas de compuestos orgánicos.
La impresión bajo demanda, que se utiliza cada vez con más regularidad en el sector editorial global, permite tiradas más cortas y abre la puerta a tecnologías de impresión más limpias. La edición digital, por su parte, ahorra la compra de materiales y el exceso de residuos. Y la autopublicación o las ediciones artesanales –como las ya conocidas cartoneras—basan su modelo de producción en la cooperación y el reciclaje.
Cuando editores, impresores, distribuidores y lectores piensan en conjunto las alternativas ecológicas en el campo de la edición y el mundo del libro, es viable generar prácticas de respeto con el medio ambiente. En la Universidad Autónoma Metropolitana nos proponemos, esta década, hacer un uso más responsable de los insumos en las distintas actividades universitarias. Eso incluye nuestra producción de libros, que responde con atención a los tiempos que corren.