Países de América Latina, esenciales en el fortalecimiento de la industria de litio
Estimaciones del Banco Mundial señalan que la producción global de litio, que en 2020 fue de 82 mil toneladas métricas, deberá incrementarse hasta en un 488 por ciento para afrontar la demanda en las próximas tres décadas, escenario en el que los países con grandes depósitos del mineral, como los de América Latina, desempeñarán un papel esencial en el fortalecimiento de esta industria, de acuerdo con un artículo publicado por la doctora Aleida Azamar Alonso, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el texto El mito de la transición energética y la importancia del litio, la profesora del Departamento de Producción Económica de la Unidad Xochimilco señala que dicho pronóstico de incremento “se vería rebasado por variaciones en los procesos de producción que superarían la capacidad de los proyectos existentes hasta el año 2030”.
En la primera parte de su trabajo, incluido en el libro Litio en América Latina, demanda global contra daño socioambiental, editado por esta casa de estudios, la académica critica el concepto de transición energética y advierte que las naciones que impulsan dicho proceso son las que producen más contaminantes.
Estados Unidos, uno de los más importantes impulsores de la transición energética mundial, durante el último año incrementó hasta en 20 por ciento el uso del carbón para la alimentación de su sistema eléctrico, a pesar de que se menciona que sus objetivos son disminuir en forma gradual sus emisiones contaminantes.
La transición energética, tal como se ejerce, carece de mecanismos, porque es inviable migrar masivamente toda la capacidad industrial humana hacia un esquema basado en energías limpias, y lo que se está haciendo en realidad es reservar el uso de hidrocarburos y otros minerales considerados contaminantes, para fines privados y especulativos, es decir, para que los actores privados puedan tener ganancias.
El litio, uno de los minerales más importantes en la actualidad debido a que es necesario para la creación de procesos de almacenamiento energético, también se ha convertido en un bien muy demandado en el mundo, generando diversos riesgos y costos ambientales, en especial en las naciones del Sur global que poseen algunas de las más grandes reservas y capacidades potenciales de extracción.
La doctora Azamar Alonso señala que la exigencia mundial de este recurso superará por mucho su disponibilidad actual, con un déficit de hasta 156 mil toneladas métricas, lo que responde a las mejoras en los procesos productivos de baterías y a la falta de capacidad para aumentar el número de proyectos mineros en el mundo.
América Latina desempeñará un papel esencial para fortalecer e impulsar esta industria, pues a medida que se reduzca la diferencia entre su demanda y oferta se va a acelerar la competencia por invertir en el fortalecimiento de las capacidades extractivas en dichas naciones.
La investigadora explica que la mayor cantidad de reservas conocidas en el mundo de este mineral se localizan en la región, por lo que se ha convertido en un mercado clave para la industria, pues entre Bolivia, Chile, Argentina, México, Perú y Brasil acumulan 61 por ciento del total de este recurso.
Por otro lado, la extracción regional en el año 2021 representó 34 por ciento del total mundial, en donde Chile, con 26 mil toneladas, Argentina con mil 200 y Brasil con mil 500 toneladas tienen varias posibilidades de aumentar su capacidad productiva debido a nuevos descubrimientos locales.
A lo anterior se suma el ingreso de México, con un aproximado de 30 mil toneladas anuales en 2023, así como el desarrollo de los proyectos en Perú y Bolivia para el siguiente lustro, de acuerdo con analistas.
La especialista advierte que si bien el avance de estos proyectos representa un significativo aporte para las economías de estos países, hay cuestiones importantes que pueden ensombrecer los supuestos beneficios obtenidos”, tales como la falta de una cadena productiva local que aproveche su transformación y la limitada capacidad tecnológica local para la extracción, lo que provoca que estos proyectos sean concesionados a empresas extranjeras.
El principal aporte económico de este mineral no se encuentra en la extracción y/o en la exportación, sino en su aplicación productiva para la fabricación de baterías de litio, por lo que considera que estas naciones deberían enfocarse en el impulso activo de proyectos que puedan aprovechar el alto nivel de extracción y, al mismo tiempo, fortalezcan su independencia de componentes tecnológicos externos.
La doctora Azamar Alonso opina que a pesar de la destacable participación de América Latina en el primer paso del proceso de fabricación de las baterías de litio, solamente Chile aparece en segundo lugar con una posición marginal, a diferencia de China, por ejemplo, que se encuentra en todos los pasos a pesar de que sus recursos disponibles sean muy limitados.
Lo cierto, señala la académica, es que se espera que la demanda de estos minerales incremente notablemente en los siguientes 30 años, a medida que se multiplique la transición energética, en la que este mineral desempeña un papel muy relevante.
Los naciones de la región involucradas en el desarrollo de esta industria tienen la oportunidad de beneficiarse en el largo plazo a partir de la creación de cadenas de valor que aprovechen la transformación y aplicación de este mineral para la fabricación de baterías y otras tecnologías, pero sigue siendo un proceso que puede tener varios impactos ambientales y sociales graves, concluye.