Número 70, época V (septiembre-octubre de 2021) Prólogo de prólogos
En un prólogo se enumeran los notables incidentes de un texto, se celebra su aparición mediante convencionales hipérboles o se analiza someramente su médula; ya que el prólogo es una “especie lateral de la crítica”. Sin embargo, en ocasiones, “cuando son propicios los astros”, el prólogo actúa también como un peculiar animador de la lectura, regala razones para emprenderla o seduce sutilmente a quien duda. Para su número 70, Casa del tiempo invitó a algunos poetas, narradores y ensayistas a fin de prologar una obra primordial —a su juicio— bajo la encomienda de invitar a su vez a un encuentro entre obras y lectores.
En De las estaciones, Audomaro Hidalgo celebra el segundo centenario del poeta ‘maldito’ Charles Baudelaire; y Giorgio Lavezzaro entrevista a la dramaturga mexicana Jessica Canales a propósito del montaje de su obra Tamaulipas, México. Sin cuerpo no hay muerto.
Nos acercamos al trabajo de laNao, una plataforma de desarrollo y profesionalización del arte contemporáneo emergente en México mediante una entrevista de Virginia Negro y una breve muestra de esa experiencia en el Ensayo visual. Por su parte, en Ménades y Meninas, Lis del Carmen López Sánchez nos descubre una mirada a las representaciones gráficas de los primeros tratados de danza en Europa.
En Antes y después del Hubble, Josué Barrera sigue los rastros de la vida y la lírica de Adela Arriola, una poeta sonorense del siglo XIX; Marina Porcelli nos ofrece la primera entrega de “Leopardos en el templo o la ceremonia interminable”, una serie de ensayos acerca de la materia de los sueños; y Adolfo Córdova analiza con una visión fresca la figura del “Buen Niño Salvaje” en obras literarias clásicas y contemporáneas.
Los Francotiradores apuntan a obras de David Álvarez Jiménez, Margaret Atwood, Wilson Bueno y Maira Colín.
En el suplemento electrónico Tiempo en la casa, “Chantal Akerman: el silencio que está por explotar”, de Gabriel Trujillo Muñoz.
De “Tristura”
Mariana Bernárdez
Cuántas veces llegaste siseando a la puerta
prometiendo las eras y las flores
trayendo al pórtico de la casa
la marea de lo insalvable
mientras yo me acodaba en la baranda
aguardando la anunciación
para adormirme en la cadencia que surgía
del desgranar interminable de tus historias
que si el mundo era un espejismo
y la planicie uno de sus desvelos
que si los arrecifes
que si la mar alada
y ante la tarde
se derruía el sueño
reverberando en nos
el siseo oculto bajo el volcán.
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