Megaproyecto excluyente, corredor Centro Histórico-Santa Fe

El corredor urbano, comercial y financiero que va del Centro Histórico de la Ciudad de México a Santa Fe representa un sistema articulado y complejo, que es parte de la expresión de una nueva organización socioeconómica-espacial, impulsada por el mercado inmobiliario para el que se han creado nuevas formas de gestión y de financiamiento público e inversiones privadas, en particular, de inversión extranjera directa, afirmó Laura Isabel Romero Castillo, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Durante la presentación de su libro Conformación histórica del corredor urbano Centro Histórico-Santa Fe. Una visión urbano-ambiental, en la 46 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, la docente del Departamento de Métodos y Sistemas de la Unidad Xochimilco explicó que el papel de los gobiernos en la nueva economía de libre mercado viró de la planeación indicativa, que consideraba la elaboración de diagnósticos y estrategias para el mejoramiento de las ciudades hacia la programación estratégica, interesada en impulsar proyectos del capital inmobiliario que de antemano pudieran ser realizables en el corto plazo.
Estas obras se beneficiaron de localizaciones con ventajas comparativas frente a otras áreas de la ciudad por su ubicación, cercanía de áreas naturales y la existencia de equipamiento urbano con servicios financieros y comerciales, todo esto apoyado por inversiones públicas convenidas previamente con los gobiernos locales.
En el caso del corredor referido, el propósito fue comprender los procesos que han convertido a estas zonas en parte fundamental de la estructura de la metrópoli, así como identificar los sectores sociales y políticos que intervinieron en la producción de espacios de obra pública y privada que han mantenido su importancia en la edificación urbana de la capital a través de los siglos.
Desde una visión histórica los componentes del corredor son producto de diversas políticas públicas que, entre otras cosas, incorporan la modernidad de cada época, por tanto, representan el soporte material, desde la oferta de vivienda, con estructura de colonias y no de barrios, hasta la incorporación de regiones económicas de importancia internacional.
En la etapa reciente, la zona de tiraderos de Santa Fe, por ejemplo, fue protegida para su recuperación ecológica por estar en un área de alto riesgo de contaminación de suelo, aire y cuerpos de agua, pero en un corto tiempo fue transformada en un desarrollo inmobiliario, en un periodo en el que “la planeación urbana no fue actualizada”, por lo que los cambios de uso de suelo, las densidades de población y de construcción se determinaron por el capital inmobiliario y los gobiernos en turno, donde la participación social fue reiteradamente excluida.
La investigadora citó, entre las principales transformaciones, el proyecto original de la Alameda central, la Torre Mayor y el Centro comercial y financiero Santa Fe, en la cual la inversión extranjera directa determinó en gran parte los tiempos de realización, muchas veces incumpliendo con la obligación de presentar estudios de impacto urbano y ambiental, ni con las formas de restituir los daños causados por las obras, ni con la previsión de infraestructura de articulación con el resto de la urbe como vialidades y transporte público.
En sus comentarios al libro, Eloy Méndez Sainz dijo que el análisis de la doctora Romero Castillo lleva a comprender que la figura del megaproyecto, combinada con la flexibilización normativa, ha sido el dispositivo clave en las nuevas maneras de intervención socio territorial, induciendo el crecimiento y densificación constructiva y demográfica, así como la ocupación voraz de las áreas naturales en pugna con la resistencia social al desplazamiento excluyente.
Adicionalmente, al construir una dinámica propia, el corredor se ha desarticulado del tejido urbano adyacente, fragmentándolo, propiciando que la renovación social y la integración económica presenten formas y ritmos diferentes relacionados con la elevación del valor del suelo.
La autora reconoce el regreso a una nueva etapa en el proceso de metropolización en la que es urgente la definición de cómo abordar la planeación urbana en la que las políticas de crecimiento, mejoramiento y renovación consideren la participación de todos los sectores involucrados, agregó.
Por su parte, Jorge González de Aragón, también investigador del Departamento de Síntesis Creativa, sostuvo que los megaproyectos en los que intervienen capitales nacionales y extranjeros, en ocasiones requieren de financiamiento de organismos como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, por lo son estas instancias las que imponen requisitos y definen la ruta a seguir.