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Las vestiduras del palacio profundiza en un idealismo increíble

 Las vestiduras del palacio profundiza en un idealismo increíble

En Las vestiduras del palacio un idealismo increíble se deja ver y habita por completo al lector, revelándole otra realidad de naturalezas múltiples cuyos castillos son sendas de iniciación por los que sólo aquellos que hayan volcado su mente, corazón y alma en las figuras de la eternidad podrán entrar por las puertas secretas de este gran laberinto, en cuyo centro reside lo inimaginable, que se transforma en lo tangible por efectos de la poesía, sostuvo la escritora y docente Jenny Asse Chayo.

Durante la presentación del libro en la Cafebrería El Péndulo de Polanco, en la cual aseguró también que cada uno de estos poemas es un nuevo castillo al que Angelina Muñiz-Huberman invita a entrar, pues se trata de una construcción donde conviven todos los alcázares simbólicos, en un juego en el que el lector podrá mirarse a sí mismo y al otro, y cuya poética de los espacios sagrados y profanos no deben dejarse de estudiar, pues cada página es una habitación para morar de lleno.

Editado por la Dirección de Publicaciones y Promoción Editorial de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), página tras página Muñiz-Huberman habrá de encontrar las llaves y perderlas mil veces para hallarlas en su interior, en su escritura, en el amor al otro que es sagrado y se extiende para acompañarlo en el camino.

Sus palacios son un camino que se bifurca cientos de veces al infinito, como los deseos del exiliado, del desahuciado, del amante de los senderos, de Dios y de la palabra constructora, el castillo es a veces una sombra y otras un nido en el que convergen las esperanzas, añadió.

La autora inventa estos lugares en su despertar frente a lo sagrado, los descubre en sueños, los ocupa y abandona a placer, y estas realidades espaciales se desdibujan de su evocación mítica. De palacios fantasmas también se nutre la obra, mientras va negando lo creado y lo encontrado, lo que al escribirse desaparece y al edificarse mora en la utopía, lo que al borrar se queda como en la huella de lo deseado y se transmuta en memoria espectral.

Durante la presentación, la maestra Karla Flores Mendoza, profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México, se refirió a esta obra como una redondez vestida con ropajes paisajísticos, librescos, místicos, bajo una interpretación de los senderos de lectura y vida de la escritora, y cuya arquitectura-estructura es una emulación de los siete círculos de los Hekhalot.

La poeta ha sido ingeniosa para crear subterfugios o escondites y liberarse de la estrechez de espíritu o pensamiento; por ello, desafía la forma tradicional de los géneros literarios y los trasviste para avivar el sentido lúdico innovador que experimenta con la variedad de texturas, colores y figuras, cuya intención es lograr una combinación de posibilidades, abundó.

Su imaginación crítica, que ha sido nutrida con varias aficiones y pasiones, permite una red de asociaciones con múltiples referencias literarias, musicales, cabalísticas, espirituales e históricas, pero no se trata de una acumulación retórica de diferentes tópicos, sino de una tesitura armoniosa y estéticamente bien calculada para causar en el lector el asombro, como quien ve por vez primera un detalle alumbrado por la luz o entenebrecido por las sombras.

Muñiz-Huberman, quien ha obtenido el Premio Nacional de Ciencias y Artes, explicó que este poemario está inspirado en los Hekhalot o palacios del alma, los cuales son breves textos de la mística hebrea medieval que representan los siete castillos de ascenso contemplativo que culminan con el trono divino.

Dichos palacios-poemas reflejan sus mayores obsesiones, desde el exilio, la falta de una tierra, morir donde no se nació, no regresar donde se latió, e imaginar vestir la vida como un castillo ideal, lleno de todas las oportunidades, pero ninguna alcanzable.

Y son además el exilio en una noche oscura, perdida y sin patria, acompañada de Kafka, Wilde o Hamlet, de Santa Teresa o de las Diosas de Oriente, pero también puede ser un palacio flotante, con música, o referirse a los cuentos de hadas, o ser descreído o estar contrariado y ser feroz, o querer ser un castillo o ser invisible y un advenedizo, estar abierto a toda imagen, eventualidad, reto, cambio de vestiduras, a todo misterio.