La memoria, elemento toral para la resolución de conflictos
El conocer la verdad no produce necesariamente el allanamiento del conflicto, pues si el agredido no reconoce la humanidad de quien lo ofende va a ser muy difícil establecer un diálogo en la búsqueda de un perdón ingenuo más que en intentar superar las bases del problema, señaló el doctor Mauricio Archila Neiva, profesor titular pensionado de la Universidad Nacional de Colombia, durante la presentación de Labrar el pasado. Reflexiones sobre el oficio del historiador.
En el foro del stand de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el historiador colombiano dijo que lo que pasa en su país –“y creo es parte de lo que pasa en México”– en términos de violencia y narcotráfico es que se piensa que el conocimiento de la verdad inmediatamente produce una especie de superación del asunto.
Como plantea Tzvetan Todorov en La experiencia totalitaria, el mal, y no solamente el bien, es también humano, “y así como somos perjudicados podemos ser agresores en ciertas circunstancias”. Advirtió que lo anterior no equivale a decir ingenuamente que haya que pedir perdón u olvidar, sino lo que plantea es que “no hay mal inherente, ni bien inherente”.
El doctor Mario Barbosa Cruz, investigador del Departamento de Humanidades de la Unidad Cuajimalpa, comentó que es relevante la discusión sobre cómo se hace la historia del presente y cómo se construyen las preguntas desde este mismo punto a partir de las posiciones éticas y políticas que cada uno pueda tener.
En décadas recientes han surgido comisiones de la verdad y la memoria, no sólo en México y Colombia sino en muchos otros lugares, destacando esta última como uno de los temas que ha tenido gran difusión, incluso desde la academia y la producción histórica de las ciencias sociales y de las humanidades, siendo parte de la materia “con la que trabajamos los historiadores”.
Ahí el dilema está en cómo dialoga el historiador con esa o esas memorias que aparecen y se reproducen a través de testimonios en libros, Internet y otros medios.
Al respecto, el doctor Archila Neiva indicó que la historia va a contribuir de manera importante a la construcción de la memoria en el sentido de que permite contextualizar y entender lo que pasó, “y en mi trabajo como historiador y los estudios que he hecho con historia oral en términos de memoria es relevante valorar la remembranza del testigo y de la víctima directa, cuando la puede transmitir”.
Sin embargo, esa evocación “es un punto de vista particular que a veces no permite entender procesos más generales; por eso a esas memorias que evidentemente tienen un valor muy importante, sobre todo en términos de denuncia, debe acompañarlas el trabajo del historiador, quien ayudará a comprender por qué pasó lo que pasó”.
Si el énfasis no se pone ahí, va a ser muy difícil pensar en una sociedad que enfrente el conflicto en torno a la situación de las víctimas y los victimarios para que de alguna manera comiencen a aplicarse procesos de justicia restaurativa, que es lo que posibilita la superación de los problemas.
Esta justicia restaurativa debe tener su dimensión punitiva, pero el énfasis no estará en la condena, sino en las condiciones de la comprensión, y “a eso apostamos en este trabajo desde la historia crítica, social y solidaria con los afectados”, finalizó.