La decisión de editar. Qué decir, para quién y cómo
En Los demasiados libros, Gabriel Zaid señaló atinadamente la incesante multiplicación de obras impresas en el mundo. Los libros se multiplican en los almacenes, las librerías y los espacios domésticos destinados a su acomodo. Cabría añadir que, en el marco de la digitalización, los libros también ocupan espacio en los servidores y las nubes de datos. La cantidad de obras publicadas parece rebasar el tiempo disponible para leerlas. En tal escenario, surge una pregunta urgente: ¿por qué seguir editando?
Los acontecimientos locales y mundiales, las constantes innovaciones artísticas, el cuestionamiento de viejas ideas y el incesante desarrollo de diversas áreas de estudio orillan a las editoriales a plantearse la aparición de nuevas obras. La labor del editor (que también es, sin duda, una labor social) es la de observar lo que pasa a su alrededor, pensar en los diferentes públicos lectores y darles a conocer una nueva obra o autor que tenga relevancia para el momento actual. Incluso, muchas veces, la labor editorial es anticiparse a las discusiones futuras y presentar, a través de la oferta editorial, posibles diálogos.
En el caso de la edición universitaria, publicar responde a la demanda de varios públicos, que empiezan en la propia comunidad de estudiantes, cuyas áreas de estudio siempre están en actualización. Una universidad que publica y distribuye libros es una institución viva, que sabe responder a las inquietudes y demandas de investigadores, estudiantes y personas ávidas de conocimiento. Una universidad que publica es, también, un núcleo que suscita la discusión y la ruptura de paradigmas. Los libros universitarios son y seguirán siendo necesarios para plantear distintos ejes y abordar problemas ya conocidos (o recientes) con otra óptica y renovada disposición.