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La corrección de estilo, ¿hasta dónde intervenir un texto?

La corrección de estilo, ¿hasta dónde intervenir un texto?

Un texto es como un jardín. A un lector o lectora le gustaría pasear amablemente por los senderos, quedarse a descansar, contemplar. Sin las y los correctores de estilo, que se sumergen en la maleza, el jardín sería más bien selva, una experiencia de lectura hostil, atropellada e incluso difícil de comprender. Corregir el estilo invita al paseo por los textos. La labor del corrector es la de la poda: con sus tijeras reajusta las ramas, da lustre a las flores, fertiliza las futuras publicaciones con la puntuación apropiada. Que el texto concuerde, se piensa, que sea legible, se dice, que la sintaxis y el sentido sugieran lo que la persona que escribe desea comunicar. Que quien se atreva a pasear por los senderos del texto no se extravíe en falsos caminos y se enrede, confunda. Que una vez leída la publicación, se piense y sienta lo sugerido.

A menudo es una labor invisible, la corrección de estilo va más allá del mero ornato o la limpieza. La intervención se equipara también a la del cirujano. Si el bisturí se excede, el texto pierde identidad. Es por ello que la labor quirúrgica de la corrección también tiene sus límites y sus particularidades. La pregunta es: ¿hasta dónde intervenir? Corregir o dejar de corregir, usar las tijeras para podar o descubrir lo particular del crecimiento natural de las hojas, ¿qué hacer, hasta dónde? Tomar decisiones frente a un texto implica una labor de lectura atenta, sensible a los deseos del autor al tiempo que procura resolver la lectura anticipada del público lector.

Como dice Roberto Zavala Ruiz en su ya clásica obra El libro y sus orillas, “Una frase clara, un párrafo nítido fuera de lugar pueden oscurecer la página, y una página inmaculada fuera de sitio es capaz de ensombrecer apartados o capítulos. Por tanto, la ilación, la estructura interna de la obra forman parte de la corrección, si bien es cierto que la responsabilidad última no es del corrector sino del autor. Pueden hacerse sugerencias, pero no tomar decisiones que no corresponden”.