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El surrealismo en América Latina dejó una fuerte impronta que continúa pesando

El surrealismo en América Latina dejó una fuerte impronta que continúa pesando

A propósito de los cien años del Primer manifiesto surrealista, publicado por André Bretón en 1924, la revista Casa del Tiempo, publicación bimestral de cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), dedica el número 14 de su sexta época a conversar acerca de los rastros de este movimiento sobre el arte en América Latina y su influencia hasta hoy.

Haideé Ramírez Basaldúa, Ana Cristina Ramírez Morales y Oneibys Torres Figueroa, fueron tres de las autoras invitadas a tratar el tema, durante la presentación de este volumen, celebrada en el centro cultural y académico Casa del Tiempo.

El maestro Francisco Conde de Arriaga, editor de la revista, expuso que los textos y autores que participan en este volumen representan “una muestra tangible de que el surrealismo en América Latina dejó una fuerte impronta que todavía sigue pesando” y en ese sentido es interesante escuchar la experiencia de autoras como las tres invitadas a esta presentación.

En su participación la doctora Torres Figueroa, autora del artículo “¿Es surrealista la obra de Leonora Carrington?”, en el que acude a una premisa básica del filósofo Eduardo Subirats en el sentido de “hacernos pensar en qué tanto podemos revisar un movimiento artístico del pasado, pensando en que sus categorías son inamovibles”.

La académica del Departamento de Educación y Comunicación de la UAM sostuvo que la obra de Carrington sí alude, entiende y tiene una influencia del surrealismo, pero lo trasciende, sobre todo por el hecho de que “cuando reconstruimos este tipo de movimientos, tendríamos que pensar en una restauración sistemática de lo que implica no sólo analizar sus textos, relatos y toda su obra de arte, sino hacer una de tipo historiográfica y con una perspectiva respecto de los contextos que se dan en esas obras de arte”.

Para la investigadora, tanto la propia vida de la pintora, escultora y escritora, como ella misma trascienden la etiqueta de un surrealismo que no debería ser la única perspectiva desde la cual se mire su obra.

Considera que el trabajo de Carrington debería suscitar un debate de ideas sin dogmas, que trascienda el encasillamiento que con repetida facilidad la ubica como surrealista, porque es mucho más que eso.

Ramírez Basaldúa, egresada de la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Unidad Iztapalapa de la UAM, interviene en esta ocasión con “Ecos surrealistas en Alejandra Pizarnik”, en el que “intenté quitar el estigma” que cuestiona si a la poeta se la pueda considerar dentro del surrealismo, por lo que “mi apuesta fue eliminar esos mitos y hacer un análisis de acercamiento a su poesía mediante la apropiación de otros recursos”.

En ese sentido, el surrealismo en Pizarnik forma parte del universo de la poeta, en tanto su basamento interno del sueño y del subconsciente. Agregó que estos análisis, que provienen de distintas voces, invitan a la reflexión sobre no ver al surrealismo como una etiqueta que caracteriza a una obra, sino como un “piso de propuestas que persiguen buscar el porqué, cómo y qué del surrealismo”.

En su escrito concluye que el estilo de esta corriente en Pizarnik no es una mímesis de la vanguardia original, tampoco es un rasgo de simple influencia, “es más bien una reapropiación de recursos tan sublime, que vuelve al surrealismo una presencia ingrávida”.

Ramírez Morales, estudiante de la Maestría de Arte y Literatura en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, quien aporta a la revista el tema “María Izquierdo en diálogo con el surrealismo”, expresó que las tesis que realiza actualmente son en torno a las acuarelas de desnudos realizadas por la artista en la década de los 30 del siglo pasado.

Se trata de trabajos muy poco difundidos y menos estudiados, “no sabemos si por el desnudo o por el formato”, porque a Izquierdo se le conoce por los óleos expuestos en grandes museos.

Respecto de la discusión acerca de qué tanto es o no surrealista Izquierdo, señaló que la mayoría de los estudios que hablan de ella advierten que es una mujer que tendía al indigenismo y al mexicanismo, pero “vemos su obra y tenemos presencias discordantes”, como es el caso de “sueño y presentimiento” donde su mente onírica es llevada a sus creaciones. Con este trabajo “casi nadie tendría duda de que es surrealista, porque nace a partir de un sueño”.

Por tanto “tenemos rasgos en su obra que sí la sitúan como surrealista”, ya que “hace una apropiación única y en general en México y en América Latina el surrealismo tiene tintes únicos, por lo que no deberíamos seguir analizándolo a partir del punto de vista europeo”.

En su aportación, escribe que “entre leones, árboles secos, paisajes desolados, columnas, arcos, chimeneas, lunas menguantes, Izquierdo dialoga con lo onírico y lo real, con la tradición y la vanguardia, juega con los elementos y plasma su visión del mundo tangible e intangible; adentra al espectador a una narrativa que parece conocida, pero en realidad es única”.