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El discurso de transición energética deja de lado impactos sociales, ambientales y culturales

El discurso de transición energética deja de lado impactos sociales, ambientales y culturales

Desde que existen humanos en la tierra se ha usado energía y aunque durante siglos empleamos fuentes como la madera, el carbón o el petróleo, al hablar de transición nos referimos a las nuevas estrategias que tienen que ver con la incorporación de energías renovables, refirió la doctora Aleida Azamar Alonso.

Al participar en la emisión televisiva Debate 22, la académica señaló que, aunque cada día se habla más de fuentes como la eólica, la hidráulica, la geotérmica o la solar, en su mayoría se siguen utilizando combustibles fósiles y las energías renovables ocupan solo el 6 por ciento de toda la matriz energética.

La profesora-investigadora del Departamento de Producción Económica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), explicó que, si bien el debate de la transición energética comenzó en la segunda mitad del siglo XX, en su mayoría se ha tratado de un discurso político maquillado por las grandes potencias, para obligar al sur global a realizar cambios.

“Creo que muchas veces en el discurso político de transición energética se dejan de lado todos los impactos sociales, ambientales, culturales y lo que está pasando con la sociedad, no es realmente una transición, ni una energía verde o realmente sustentable, al final se trata de una preocupación del sistema económico por seguir produciendo”, abundó.

Tal como apunta en su más reciente libro El multicolor de la energía, Azamar Alonso añadió que este discurso ha obedecido a una lógica rapaz y se ha enfocado en el corporativismo, la extracción de recursos y la explotación, con el fin de seguir alimentando el capitalismo, aparentando que es una salida y un medio positivo para las sociedades.

“Valdría mucho la pena que cuando pensamos en la crisis ecológica y esta transición energética, hubiera acuerdos a nivel global, pues como no existen y los países piensan que tienen derecho a contaminar más, entonces hay un problema en el discurso político y lo que se entiende por crecimiento y desarrollo”.

Indicó que prueba de ello son las concesiones que se han otorgado en México y otros países de América Latina para la extracción de litio, níquel, grafito, entre otros recursos, bajo un modelo de privatización y mercantilización de bienes naturales a manos de empresas trasnacionales.

“Claro que necesitamos la energía, pero habría que revisar para qué la estamos usando y cómo la estamos usando.  Me parece importante saber que la energía tiene muchos colores, porque si contamina evidentemente es negra o gris, a veces roja, pues muchas veces implica la vida y la sangre de las personas para la extracción de ciertos recursos, aunque muchas veces nos la quieran vender como verde”.

La académica dijo que para producir cualquier objeto –muchos de los que utilizamos cotidianamente como tabletas, celulares o computadoras– se necesita petróleo y minerales, lo que ha traído consigo una dinámica salvaje de la industria y una fuerte crisis ambiental por el uso excesivo de combustibles fósiles.

Frente a este panorama, Azamar Alonso recalcó la necesidad de mirar hacia el futuro y la importancia para todas las sociedades de cuidar sus bienes naturales y no permitir su acaparamiento, ya que no hay un horizonte posible sin agua, aire limpio, bosques, tierra y otros recursos que son vitales.