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El delta de los privados. Ontología crítica del poder punitivo

   El delta de los privados. Ontología crítica del poder punitivo

Recibes una llamada telefónica en la que te solicitan apoyar a un conocido que está detenido en el Ministerio Público, por lo que acudes para ayudar. En lo que esperas informes sales a fumar un cigarrillo, se acerca un policía que pide tu encendedor para fumar a lado tuyo, te observa y ordena que lo acompañes.

Te detienen y dicen que la vida para ti terminó porque eres culpable, aunque no sepas de qué. ¿Tu sentencia? Treinta y siete años con seis meses de prisión por secuestro. Tu esposa y tus dos hijos se quedan observando durante una década tu encierro, lo viven contigo en primera fila.

El delta de los privados. Ontología crítica del poder punitivo, publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), en su colección Cultura Universitaria, es un trabajo de investigación de Pablo Hoyos que desglosa una serie de vivencias relacionadas a la privación de la libertad, la reinserción y las contradicciones que pudieran existir en el sistema penitenciario.

Juan, su esposa Vero y sus hijos Angie e Isra, son los protagonistas de esta historia acompañada de testimonios que plasman la ausencia que se prolonga a pesar de las visitas, las llamadas telefónicas, las cartas, las fotografías, las canciones, los sueños cuando un integrante de la familia es recluido.

Pablo Hoyos es doctor en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona y actual profesor en el departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la UAM, fue durante cinco años el encargado de desarrollar de la mano de Juan y su familia lo que el investigador describe como una “ontología crítica”, que adentra a los lectores en la cotidianidad de la privación de la libertad en México.

Si bien en la introducción se desarrollan los conceptos y líneas teóricas utilizadas para iniciar con este proyecto, los recursos necesarios para problematizar las experiencias individuales y colectivas, en las que aparecen filósofos como Michel Foucault y Gilles Deleuze, este libro se caracteriza por la postetnografía, es decir, la interpretación que cada protagonista tiene que contar de sí, “hablar de mí como otro que podría haber sido cualquiera”, como lo expresa en sus páginas el autor.

Entre los contenidos se encuentran simulaciones de llamadas telefónicas, formatos ficticios que emulan documentos que circulan en los procesos de privación de la libertad, como estudios psicológicos, psiquiátricos, de trabajo social, estudios criminológicos, entre otros. De igual forma, se plasman dibujos hechos por Juan, Vero, Angie e Isra, con la finalidad de ejemplificar de una mejor manera sus vivencias y sentimientos.

A lo largo de nueve capítulos de El delta de los privados se describe al castigo penitenciario, a su interés por atacar psicológica, simbólica y materialmente para lograr la indefensión de la persona privada de su libertad, que también castiga, estigmatiza, desmoraliza y culpabiliza en su autonomía a quienes forman parte del círculo social.

Dentro de estas páginas, se denuncia la forma en la que la violencia se vuelve parte de quien cumple una sentencia en el reclusorio, “Hay golpes y hasta picadas, la violencia es lo único gratuito que hay adentro”. Su lucha por sobrevivir a alimentos no comestibles, nula atención médica, extorsión continua, negligente atención psicológica, en la que la reinserción es una realidad alejada.  

“No entiendes cómo unos simples muros iguales a los de cualquier casa, iguales a los de cualquier edificio, te pueden aprisionar de tal modo que te entierran”, como menciona Juan.

Para obtener una visión completa, el doctor Pablo, se dio a la tarea de investigar tanto a quien se encuentra en prisión, como la de su familia al exterior o personas cercanas, porque como se menciona en el libro “cada quién vive su cárcel, la familia afuera y tú adentro”.

Al respecto indica que, para la familia o allegados de la persona privada de la libertad respira escasez de recursos, todo el dinero que ingrese a casa es para las visitas, las “mordidas”, la protección que hay que pagar si se quiere ver a su interno con vida, “no da para la vida y para la visita. La misma familia es la que mantiene a los internos y a los que van más arriba y más arriba. Cada peso que me llegaba a la bolsa era para mandárselo a la cárcel”, señala Vero.

Añade lo difícil que es encontrar trabajo porque “la gente piensa que por tener un familiar en la cárcel tú también traes defecto de fábrica”, o como lo vivió Angie: “Si en la primaria aprendí algo fue de discriminación, de cómo nos gusta darle una arrastrada a los demás para ponerlos peor de lo que están”, la familia completa sufre constantes cambios radicales, abusos y malos tratos, en la violencia familiar, marcados roles de género “Que metieran a mi papá en la cárcel fue una experiencia demasiado difícil, porque soy el hijo mayor y para colmo, soy hombre.”, que incentivan la pérdida de esperanza.

En este ejemplar se evidencia que el poder es de quien puede pagarlo, o del que cobra por otorgar un poco de decencia humana. Es una investigación que al apoyarse de la producción colectiva de conocimiento acerca del tema, permite un acercamiento auténtico.

El poder punitivo, la reinserción y la privación de la libertad son algunas de las líneas de investigación y de artículos más frecuentes del doctor Pablo Hoyos.

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