Bitácora del encierro contribuye a conservar la memoria en torno al confinamiento
Bitácora del encierro. 180 voces ante la pandemia nació a partir de la convocatoria a escritores para que compartieran sus vivencias durante el confinamiento forzado por el COVID-19, con el propósito de contribuir a la conservación en la memoria de un momento tan singular, afirmó Phillipe Ollé-Laprune, coordinador de Extensión Universitaria de la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Al inicio de la pandemia, “después de una plática con el ex rector Rodolfo Suárez Molnar, decidimos invitar a escritores para que escribieran en el formato y género de su elección sobre su experiencia a partir del aislamiento obligado”, partiendo de dos funciones fundamentales de la escritura: pensar, racionalizar y organizar la mente, y conservar y generar memoria.
En la presentación de la obra en la VIII Feria del Libro Casa del Tiempo 2022, el escritor, editor y promotor cultural señaló que la idea de compilar los testimonios y escritos surgió “de entender y conservar nuestros pensamientos de este momento tan singular y a través de Internet decidimos hacer la invitación a literatos, aunque algunos optaron por hacer videos e ilustraciones para la publicación”.
Al final, “cerramos con 180 entregas y vimos que era conveniente dejar una huella física al publicar un libro, que contiene comics, cartas, poemas, diarios íntimos en chino, ruso e inglés, pero también hay muchos autores mexicanos y franceses, así como algunos de África, aunque no pudimos trabajar con otras lenguas minoritarias”.
La escritora y editora Elvira Liceaga externó su entusiasmo por este tipo de antología, pues resulta un documento valioso, una radiografía de lo vivido durante la emergencia sanitaria.
“Durante el pico de contagios di a luz, cuando aún no había vacunas y no sabíamos cuándo iba a acabar, había muchas muertes y sólo salía de casa para ir al ginecólogo sin ver a nadie y aprendí a amamantar con tutoriales de YouTube, por lo que escribir el texto fue la primera sensación para racionalizar el confinamiento”.
La antología va más allá de lo literario, “pues se trata de un conjunto de prácticas de supervivencia que espero no se vuelva a repetir, toda vez que durante el aislamiento todos estábamos buscando pruebas de que seguíamos siendo las personas que éramos antes”.
La edición fue un trabajo importante “y me pareció por primera vez casi sanador leer a otros que vivían otros infiernos y cielos. En ese momento internet se volvió una herramienta de salvación, pero a ratos de locura”, apuntó Liceaga.
Para el narrador y ensayista Nicolás Cabral el libro tiene la condición de instantáneo de lo que estábamos pasando y de lo que le pasaba a toda la gente, además que resultó interesante la diversidad de géneros y las estrategias de escritura, que van de versiones ensayísticas e intimistas.
“Para la mayoría de los mortales la pandemia fue un proceso muy retador, por tanto, los textos hacen un doble movimiento; detenerse en lo material para ver lo doméstico y, al mismo tiempo, aportan una visión utópica sobre qué va a pasar cuando salgamos. Ahora esos aspectos reflexivos tienden a reacomodarse como estaba antes. Quizá estos dos años dejaron un germen que no sabemos cómo impactará a nivel psíquico y social”.
En la obra “la pandemia se piensa como algo múltiple, muy abierto y con una gran incógnita, por ello es bueno que el libro sea voluminoso y abarcador de los ejercicios que se escribieron a nivel bitácora y otros géneros, tiene la simultaneidad y da una especie de asomo como un audiovisual para ver qué pasaba dentro de las casas”, concluyó Cabral.