Arte y movimientos sociales. Políticas culturales en México y Aztlán, recrea una época convulsa
Arte y movimientos sociales. Políticas culturales en México y Aztlán, de Edward J. McCaughan, editado por la Unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), “recrea una época de convulsas transformaciones para un grupo de jóvenes que enfrentó el agotamiento de las energías utópicas que dieron origen al siglo XX y que frente a la consolidación del capitalismo de Estado tuvo el coraje de imaginar un nuevo ideario emancipatorio”, expresó el doctor Felipe Antonio Victoriano Serrano.
Al presentar la traducción al castellano que el investigador del Departamento de Ciencias de la Comunicación del citado campus hizo al texto, que apareció en 2012, explicó que la generación del 68 supuso el cambio cultural más significativo para las democracias occidentales de la posguerra, se trató de una revolución mundial que en México transformó la lógica y sensibilidades a través de las cuales se concibió la emancipación.
A la luz de este contexto, la obra aborda el impacto que significó para esta generación la emergencia de nuevas subjetividades críticas a la hora de reclamar otro espacio de luchas y de formas de militancia política y cultural, porque fueron años revolucionarios, de beligerancia frente al orden establecido de vanguardias estéticas a través de las cuales irrumpió un conjunto de prácticas concretas que transformaron para siempre el horizonte de sentido hasta entonces hegemónico.
En el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2023, el doctor Victoriano Serrano sostuvo que, bajo esa línea argumental, McCaughan reconstruye la escena artística de un grupo de activistas implicados en esta generación, desde la perspectiva de tres movimientos sociales distribuidos entre México y Estados Unidos: el Estudiantil de 68, el Zapoteco en Oaxaca y el Chicano en las ciudades estadounidenses de Los Ángeles y San Francisco.
Añadió que esta obra les pareció que “de una manera novedosa articula el eje arte y política que cruza con mucha insistencia todo el siglo XX”.
Por tanto, Arte y movimientos sociales no es propiamente un libro de arte, tampoco de política, sino que se ubica en la cultura misma de los perímetros antes descritos y resume la trayectoria reflexiva en un ámbito “que nos atrevemos a llamar personal, biográfico, donde el autor se halla inmiscuido en el espacio mismo de la indagación, en la historicidad que posibilita su quehacer”.
En su turno, la doctora María Alejandra Osorio Olave, académica del Departamento de Ciencias de la Comunicación de la Unidad Cuajimalpa, mencionó que en el contexto de la revolución cultural y política que significó el 68 en el mundo, el libro “propone hacer una exhaustiva revisión del papel de los creadores visuales en tres procesos artísticos paralelos y a ratos concomitantes que discurren entre la Ciudad de México, Juchitán y California”.
De esta manera, el autor analiza los colectivos artísticos que nutren y detonan el imaginario visual gráfico del movimiento estudiantil; por otro lado, las expresiones gráficas derivadas de la corriente política y cultural en defensa de sus garantías y su cultura enraizada de los pueblos zapotecas, mientras que en el caso de artistas chicanos se estudian las manifestaciones gráficas con profundos trasfondos políticos identitarios en defensa de sus derechos civiles.
Y si bien se toma el 68 como un parteaguas que catapulta las tendencias, el texto “analiza los ecos de este hito hasta bien entrados los años 90, como lo demuestra esta obra, movimientos que dialogan de muchas formas acercándose y diferenciándose a la vez, por lo que adquiere mucho sentido el hacer esta lectura comparativa en la que de manera transversal se hace visible una serie de representaciones puesta en juego a través de nociones clave como identidad, raza, clase, género, política y sexualidad”.
El autor, Edward J. McCaughan, detalló que este trabajo que tardó diez años, en la década de 1990 cuando terminaba otro libro sobre la renovación de la izquierda de Cuba en México, vio que las 75 entrevistas hablaban de la importancia del arte y la cultura para la renovación de la izquierda, mismas que no podía desarrollar en un mismo texto.
“Todas las ideologías fueron muy cercanas a mi historia personal; era amigo de gente del Movimiento de 68 y de varios líderes del Chicano, a su vez que de los de Oaxaca, con lo que poco a poco empezó a armar esta idea de corrientes que compartían la misma narración”, para su fortuna encontró apoyo en el doctor Victoriano Serrano para la traducción y que su texto fuera editado por la Unidad Cuajimalpa de esta casa de estudios.