El trabajo de campo no es un paseo dominical. Recolectar información etnográfica y hacer entrevistas no son actividades anodinas. En este diario de campo, el autor narra con humor las historias que vivió en su peregrinación por pueblos del Estado de México al inicio de su carrera como sociólogo. Se encontró frente situaciones desconcertantes y, a veces, involucrado en eventos totalmente surrealistas; ni su grado de doctor ni su nacionalidad francesa lo protegieron de las contingencias inverosímiles. Su incursión inexperta en la vida cotidiana de sus informantes le enseñó todo lo que omiten los manuales de investigación. Aprendió a esperar, también a improvisar y, sobre todo, a recolectar información en circunstancias totalmente adversas, pues nada, jamás, sucedía como lo previsto. Tan sorprendente fue la sucesión de desencuentros, veleidades y anécdotas pintorescas en su trabajo de campo y en bibliotecas, que con suma nitidez las dejó plasmadas por escrito para el deleite del lector.
El trabajo de campo no es un paseo dominical. Recolectar información etnográfica y hacer entrevistas no son actividades anodinas. En este diario de campo, el autor narra con humor las historias que vivió en su peregrinación por pueblos del Estado de México al inicio de su carrera como sociólogo. Se encontró frente situaciones desconcertantes y, a veces, involucrado en eventos totalmente surrealistas; ni su grado de doctor ni su nacionalidad francesa lo protegieron de las contingencias inverosímiles. Su incursión inexperta en la vida cotidiana de sus informantes le enseñó todo lo que omiten los manuales de investigación. Aprendió a esperar, también a improvisar y, sobre todo, a recolectar información en circunstancias totalmente adversas, pues nada, jamás, sucedía como lo previsto. Tan sorprendente fue la sucesión de desencuentros, veleidades y anécdotas pintorescas en su trabajo de campo y en bibliotecas, que con suma nitidez las dejó plasmadas por escrito para el deleite del lector.
El trabajo de campo no es un paseo dominical. Recolectar información etnográfica y hacer entrevistas no son actividades anodinas. En este diario de campo, el autor narra con humor las historias que vivió en su peregrinación por pueblos del Estado de México al inicio de su carrera como sociólogo. Se encontró frente situaciones desconcertantes y, a veces, involucrado en eventos totalmente surrealistas; ni su grado de doctor ni su nacionalidad francesa lo protegieron de las contingencias inverosímiles. Su incursión inexperta en la vida cotidiana de sus informantes le enseñó todo lo que omiten los manuales de investigación. Aprendió a esperar, también a improvisar y, sobre todo, a recolectar información en circunstancias totalmente adversas, pues nada, jamás, sucedía como lo previsto. Tan sorprendente fue la sucesión de desencuentros, veleidades y anécdotas pintorescas en su trabajo de campo y en bibliotecas, que con suma nitidez las dejó plasmadas por escrito para el deleite del lector.