En este par de poemarios, Enrique González Rojo Arthur regresa a los inicios de la lírica, cuando se humanizaban dioses y sobresalían los héroes. Eran los días del stilo y de la tablillas de cera que le dieron a la palabra “épica” parte del significado que ha sobrevivido hasta el momento en que fue escrito este laberinto de personajes clásicos y de mitos reinterpretados. Una historia –o varias- donde la versificación es dictada por ritmos certeros.
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