Línea, La

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Del Océano Pacífico, en las playas de Tijuana, a la desembocadura del Río Bravo, en el Golfo de México, hay 3 180 kilómetros de diversidad no sólo de la línea fronteriza sino de pasaje, cultura, estética, formas de convivir, orígenes y costumbres. Esto debido a que gente de todo México y de distintos países migran a esta zona, ya sea de manera transitoria o para enriquecer esta pluralidad. 
Múltiples también son las maneras de aproximarse a este universo limítrofe, por ello han sido muchas las explicaciones periodísticas, artísticas o académicas que en ocasiones la han estereotipado. 
Como en todos los proyectos de Mata Rosas, la curiosidad y su pulsión de caminante lo llevaron durante varios años a recorrerla. A manera de un cuaderno de viaje fue recogiendo vivencias en forma de imágenes, las cámaras eran las hojas en blanco en donde escribió sus experiencias, boceteó sus sentimientos y asentó sus dudas. 
Mientras más recorría dicha zona más preguntas surgían, sin embargo, con estas páginas no pretende responder a ninguna, más bien busca compartir lo que vió, escuchó, olió, sus momentos de incertidumbre, alegría, tristeza, miedo e impotencia. 
De manera transversal tenemos la línea como límite, como principio y fin, es por eso que en estas páginas también se muestran las violencias, la inequidad social, la esperanza, la solidaridad y el deseo de una vida mejor de la mayoría de la gente con quien platicó y a quien vio a los ojos. 
Forman parte de ese mosaico de apuntes, los objetos, la particular estética que genera la convivencia con los gringos, las innumerables mezclas de todo tipo y las evidencias de la resistencia cultural que, a manera de provocación, invitan al lector a recorrer la zona con el autor. 
Éste nunca tuvo la intención de construir una historia sobre la frontera, pero ahora se da cuenta de que construyó parte de su historia, que exploró sus límites, su transgresión y lo que esto significa. 
La frontera cambia constantemente, la manera de leer este libro también.
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Del Océano Pacífico, en las playas de Tijuana, a la desembocadura del Río Bravo, en el Golfo de México, hay 3 180 kilómetros de diversidad no sólo de la línea fronteriza sino de pasaje, cultura, estética, formas de convivir, orígenes y costumbres. Esto debido a que gente de todo México y de distintos países migran a esta zona, ya sea de manera transitoria o para enriquecer esta pluralidad.

Múltiples también son las maneras de aproximarse a este universo limítrofe, por ello han sido muchas las explicaciones periodísticas, artísticas o académicas que en ocasiones la han estereotipado.

Como en todos los proyectos de Mata Rosas, la curiosidad y su pulsión de caminante lo llevaron durante varios años a recorrerla. A manera de un cuaderno de viaje fue recogiendo vivencias en forma de imágenes, las cámaras eran las hojas en blanco en donde escribió sus experiencias, boceteó sus sentimientos y asentó sus dudas.

Mientras más recorría dicha zona más preguntas surgían, sin embargo, con estas páginas no pretende responder a ninguna, más bien busca compartir lo que vió, escuchó, olió, sus momentos de incertidumbre, alegría, tristeza, miedo e impotencia.

De manera transversal tenemos la línea como límite, como principio y fin, es por eso que en estas páginas también se muestran las violencias, la inequidad social, la esperanza, la solidaridad y el deseo de una vida mejor de la mayoría de la gente con quien platicó y a quien vio a los ojos.

Forman parte de ese mosaico de apuntes, los objetos, la particular estética que genera la convivencia con los gringos, las innumerables mezclas de todo tipo y las evidencias de la resistencia cultural que, a manera de provocación, invitan al lector a recorrer la zona con el autor.

Éste nunca tuvo la intención de construir una historia sobre la frontera, pero ahora se da cuenta de que construyó parte de su historia, que exploró sus límites, su transgresión y lo que esto significa.

La frontera cambia constantemente, la manera de leer este libro también.