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Juventudes sitiadas y resistencias afectivas V

Colección 360º Claves Contemporáneas
 CÓMO CITAR

La producción, distribución y consumo de sustancias consideradas ilegales -la cocaína, el crack (también llamada piedra) y, la marihuana, entre otras- son una de las prácticas históricas, culturales, sociales y económicas, de nuestras sociedades contemporáneas no sólo en México sino también en América Latina y Estados Unidos. Y las juventudes, son de los actores y de los sujetos más impactados, debido a la complejidad del fenómeno que se articula con otros factores, como la estigmatización de quienes las consumen; las violencias asociadas al crimen organizado; el fracaso de las políticas prohibicionistas del tipo “díle no a las drogas”; entre otros. Por lo que el presente libro: Juventudes sitiadas y Resistencias afectivas. Tomo V. Un toque académico: regulación, uso social y lúdico de cannabis, ofrece distintas miradas disciplinares y formas de aproximación e intervención para situar los escenarios y actores involucrados en el consumo –particularmente– de la cannabis.

Como claves interpretativas, esta obra se propone descentrarse de la criminalización del consumo de sustancias, pues queda claro que seguirán en aumento, en este sentido, remarcamos que es justamente el carácter ilegal lo que provoca condiciones sociales de riesgo para las y los múltiples usuarios; por lo que es importante llevar a cabo discusiones académicas, políticas e institucionales, en pro de la despenalización de los usos sociales de las drogas –para empezar, de la cannabis– ya que sería una vía para garantizar protección y seguridad a las juventudes y a las adolescencias, que tienen que recurrir a la compra ilegal, a través de narcomenudistas y en consecuencia, del crimen organizado.

Este tipo de prácticas también deben ser vistas como procesos de construcciones identificatorias, ya que a partir de ser usuarios–consumidores, van tejiendo un sinnúmero de redes de interlocución con otros sujetos y actores donde el uso de la cannabis crea relaciones intersubjetivas y “una cultura del consumo”, por lo que es un buen momento para diseñar programas de reducción de daños, de riesgo y del cuidado de sí –tanto individual como grupal– que llevaría a una práctica social responsable, que se oriente a garantizar el derecho relativo a decidir.