El primer manuscrito del que se tiene noticia de esta obra data de finales del siglo XII; sin embargo, su influencia se ha mantenido hasta nuestro pasado inmediato. Sea esta historia, entonces, una invitación para dejarse poseer por Roberto el Diablo y su leyenda añeja; para llevar en el cuerpo la histeria, el capricho y la fantasía, y en los labios, el nombre de alguna de las formas más seductoras del Diablo.
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