Cada imagende esta obra de Enrique Segarra obedece a su tenacidad, su paciencia, su sentimiento y su nostalgia de su autor; a ese disfrute que nos hace vivir como añoranza aquel instante, el de la perfección en cada luz y sombra; el de la necesidad ligada a la pasión que lo lleva a simplemente vivir sus fotografías e inmortalizarlas en un fragmento congelado de tiempo y espacio.
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