Del infierno verde al paraíso perdido
CÓMO CITAR
Del infierno verde al paraíso perdido muestra cómo evolucionó la idea de la selva en la literatura de América Latina. Va desde su concepción como enemiga de la civilización y refugio de los hombres más primitivos, hasta hoy, cuando se va delineando como un paraíso perdido. El tema estuvo en el corazón de la narrativa telúrica, con autores como José Eustasio Rivera y Ciro Alegría, hasta llegar al día de hoy en que se ha convertido en refugio de guerrilleros y fabricantes de cocaína. ¡Todo en un siglo, cuando la naturaleza tardó miles de años en erigir esos mundos feraces!
Hubo un tiempo en que su fertilidad fue idealizada en obras como Verdes mansiones, del naturalista argentino William Henry Hudson. En pos de la imagen de este espacio ubérrimo, Vicente Francisco Torres indagó qué escribieron los primeros clérigos y soldados españoles que cruzaron la manigua, necesariamente a pie pues los caballos no podían avanzar en medio de los suelos fangosos y las arboledas tan cerradas. Luego vendrían viajeros, antropólogos y naturalistas eminentes como Humboldt, La Condamine y Charles Darwin. También se recogen aquí sus testimonios.
La casa verde, que tanto abjuró de la narrativa telúrica, acaba militando en sus filas; contemporáneos éxitos de librería, como Un viejo que leía novelas de amor y El príncipe de los caimanes, desfilan por estas páginas que son apenas un atisbo en el mundo de catedrales verdes tan propio de la tierra y la literatura de nuestra América.
Del infierno verde al paraíso perdido muestra cómo evolucionó la idea de la selva en la literatura de América Latina. Va desde su concepción como enemiga de la civilización y refugio de los hombres más primitivos, hasta hoy, cuando se va delineando como un paraíso perdido. El tema estuvo en el corazón de la narrativa telúrica, con autores como José Eustasio Rivera y Ciro Alegría, hasta llegar al día de hoy en que se ha convertido en refugio de guerrilleros y fabricantes de cocaína. ¡Todo en un siglo, cuando la naturaleza tardó miles de años en erigir esos mundos feraces!
Hubo un tiempo en que su fertilidad fue idealizada en obras como Verdes mansiones, del naturalista argentino William Henry Hudson. En pos de la imagen de este espacio ubérrimo, Vicente Francisco Torres indagó qué escribieron los primeros clérigos y soldados españoles que cruzaron la manigua, necesariamente a pie pues los caballos no podían avanzar en medio de los suelos fangosos y las arboledas tan cerradas. Luego vendrían viajeros, antropólogos y naturalistas eminentes como Humboldt, La Condamine y Charles Darwin. También se recogen aquí sus testimonios.
La casa verde, que tanto abjuró de la narrativa telúrica, acaba militando en sus filas; contemporáneos éxitos de librería, como Un viejo que leía novelas de amor y El príncipe de los caimanes, desfilan por estas páginas que son apenas un atisbo en el mundo de catedrales verdes tan propio de la tierra y la literatura de nuestra América.
15. Presentación
19. En el principio fue el paraíso
35. Los científicos viajeros van al nuevo mundo
61. Nacimiento del paisaje americano
75. Civilización y barbarie
83. Selvas de papel
91. Un hombre solo en la selva
101. Surge el infierno verde
107. El Petén y la selva lacandona
173. Amazonia y Orinoquia
255. Salida de emergencia
257. Verne en América Latina
267. América y Emilio Salgari
281. Tarzán, el Mono Blanco
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