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string(809) "Los poemas de este libro revelan dos historias: una de retorno y otra de crecimiento. Si bien comparten, en el fondo, el mismo origen, las distancias geográficas o afectivas que se tienden entre una y otra detallan las complicidades y los quiebres que se fraguan con los seres que amamos. Aquí hay cocinas, barcos, paisajes áridos, abuelas y madres, hermanas y espejos, frutas, mercados, calles desiertas. En el primer libro de Lucía Cornejo existe un tipo de soledad inusual, conmovedora, la clase de brillo que se encuentra al quitar el polvo a los objetos o al hallar, al fondo de un armario, algo que creíamos perdido. La casa deviene un bosque y el poema -esa otra forma de la memoria- nos guía por espacios ya conocidos, pero de pronto ajenos, que las palabras se encargan de restaurar.
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Los poemas de este libro revelan dos historias: una de retorno y otra de crecimiento. Si bien comparten, en el fondo, el mismo origen, las distancias geográficas o afectivas que se tienden entre una y otra detallan las complicidades y los quiebres que se fraguan con los seres que amamos. Aquí hay cocinas, barcos, paisajes áridos, abuelas y madres, hermanas y espejos, frutas, mercados, calles desiertas. En el primer libro de Lucía Cornejo existe un tipo de soledad inusual, conmovedora, la clase de brillo que se encuentra al quitar el polvo a los objetos o al hallar, al fondo de un armario, algo que creíamos perdido. La casa deviene un bosque y el poema -esa otra forma de la memoria- nos guía por espacios ya conocidos, pero de pronto ajenos, que las palabras se encargan de restaurar.