¿Podemos enjuiciar a los animales? ¿Sabemos, por nuestra parte animal, qué los mueve? ¿Es nuestra relación con el tiempo-espacio comparable a la suya? La casa del Ciervo plantea estas cuestiones y otras similares, situándonos ante distintos espejos. Aparecen las facetas más inusitadas de respuestas fugaces, que enceguecen y asombran. Este poema de largo aliento es creación de un yo que nombra, pero ¿es ese yo lo otro? ¿Es ese otro el paisaje que, a su vez, es la vida? Y la vida, ¿es la verticalidad del árbol que canta desde las raíces? ¿O bien es itinerante, como la cornamenta de un Ciervo, el espacio donde habita quien escribe?
¿Podemos enjuiciar a los animales? ¿Sabemos, por nuestra parte animal, qué los mueve? ¿Es nuestra relación con el tiempo-espacio comparable a la suya? La casa del Ciervo plantea estas cuestiones y otras similares, situándonos ante distintos espejos. Aparecen las facetas más inusitadas de respuestas fugaces, que enceguecen y asombran. Este poema de largo aliento es creación de un yo que nombra, pero ¿es ese yo lo otro? ¿Es ese otro el paisaje que, a su vez, es la vida? Y la vida, ¿es la verticalidad del árbol que canta desde las raíces? ¿O bien es itinerante, como la cornamenta de un Ciervo, el espacio donde habita quien escribe?
¿Podemos enjuiciar a los animales? ¿Sabemos, por nuestra parte animal, qué los mueve? ¿Es nuestra relación con el tiempo-espacio comparable a la suya? La casa del Ciervo plantea estas cuestiones y otras similares, situándonos ante distintos espejos. Aparecen las facetas más inusitadas de respuestas fugaces, que enceguecen y asombran. Este poema de largo aliento es creación de un yo que nombra, pero ¿es ese yo lo otro? ¿Es ese otro el paisaje que, a su vez, es la vida? Y la vida, ¿es la verticalidad del árbol que canta desde las raíces? ¿O bien es itinerante, como la cornamenta de un Ciervo, el espacio donde habita quien escribe?