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Bosques, castores y señores

Colección CLADEMA. Historia
Tema

 CÓMO CITAR

Después de aquilatar la riqueza de las pescaderías, algunos exploradores se adentraron en el continente, mediante el acceso hidrográfico del sistema de San Lorenzo. Fue así que entraron en contacto con diversos grupos nativos y desarrollaron un exitoso comercio de pieles, especialmente la del castor, el cual promovió un vínculo entre los europeos y los nativos, ya que estos últimos buscaban convertirse en intermediarios en dicha actividad para obtener bienes de origen europeo.

Más allá del comercio de pieles, las autoridades francesas anhelaban consolidar una colonia formal, lo que dio origen a Nueva Francia, ubicada en el actual territorio de la provincia canadiense de Quebec. Por lo anterior, se introdujo el sistema señorial a la nueva colonia, como una herramienta clave para la organización del territorio, lo que articuló a la incipiente sociedad colonial en torno a la figura del seigneur. Así, ciertas características del señorío europeo se reprodujeron en suelo americano. La iglesia católica encauzó sus esfuerzos no sólo a la evangelización de los nativos, sino también a la salud espiritual de los habitantes de la colonia. La metrópoli deseaba que la sociedad colonial emulara lo más posible a su contraparte europea: organizó una burocracia encabezada por el gobernador y el intendente, envió mujeres y ofreció beneficios a quienes procrearan hijos, con la esperanza de poblar la colonia de los fieles súbditos de la Corona francesa.

Sin embargo, el señorío no permaneció inmune a su contexto. La presencia de indígenas, amigables y hostiles; las características propias del entorno, el río San Lorenzo y los espesos bosques; el comercio de pieles, que atraía a numerosos individuos, que más que convertirse en agricultores anhelaban amasar una fortuna mediante otros medios, así como las ambiciones coloniales de otras potencias, lo transformaron de manera irrevocable. Fue así que la colonia quedó a merced de presiones internas y externas que tuvieron una fuerte impacto en su devenir. Es pues el propósito en este libro, revisar las diversas etapas de la colonización que dio origen a Nueva Francia y su tránsito de un enclave peletero a una colonia formal, en la que coexistían tantos rasgos propios de la metrópoli como los originados en el escenario americano, algunos de los cuales perviven hasta la actualidad.

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Después de aquilatar la riqueza de las pescaderías, algunos exploradores se adentraron en el continente, mediante el acceso hidrográfico del sistema de San Lorenzo. Fue así que entraron en contacto con diversos grupos nativos y desarrollaron un exitoso comercio de pieles, especialmente la del castor, el cual promovió un vínculo entre los europeos y los nativos, ya que estos últimos buscaban convertirse en intermediarios en dicha actividad para obtener bienes de origen europeo.

Más allá del comercio de pieles, las autoridades francesas anhelaban consolidar una colonia formal, lo que dio origen a Nueva Francia, ubicada en el actual territorio de la provincia canadiense de Quebec. Por lo anterior, se introdujo el sistema señorial a la nueva colonia, como una herramienta clave para la organización del territorio, lo que articuló a la incipiente sociedad colonial en torno a la figura del seigneur. Así, ciertas características del señorío europeo se reprodujeron en suelo americano. La iglesia católica encauzó sus esfuerzos no sólo a la evangelización de los nativos, sino también a la salud espiritual de los habitantes de la colonia. La metrópoli deseaba que la sociedad colonial emulara lo más posible a su contraparte europea: organizó una burocracia encabezada por el gobernador y el intendente, envió mujeres y ofreció beneficios a quienes procrearan hijos, con la esperanza de poblar la colonia de los fieles súbditos de la Corona francesa.

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Después de aquilatar la riqueza de las pescaderías, algunos exploradores se adentraron en el continente, mediante el acceso hidrográfico del sistema de San Lorenzo. Fue así que entraron en contacto con diversos grupos nativos y desarrollaron un exitoso comercio de pieles, especialmente la del castor, el cual promovió un vínculo entre los europeos y los nativos, ya que estos últimos buscaban convertirse en intermediarios en dicha actividad para obtener bienes de origen europeo.

Más allá del comercio de pieles, las autoridades francesas anhelaban consolidar una colonia formal, lo que dio origen a Nueva Francia, ubicada en el actual territorio de la provincia canadiense de Quebec. Por lo anterior, se introdujo el sistema señorial a la nueva colonia, como una herramienta clave para la organización del territorio, lo que articuló a la incipiente sociedad colonial en torno a la figura del seigneur. Así, ciertas características del señorío europeo se reprodujeron en suelo americano. La iglesia católica encauzó sus esfuerzos no sólo a la evangelización de los nativos, sino también a la salud espiritual de los habitantes de la colonia. La metrópoli deseaba que la sociedad colonial emulara lo más posible a su contraparte europea: organizó una burocracia encabezada por el gobernador y el intendente, envió mujeres y ofreció beneficios a quienes procrearan hijos, con la esperanza de poblar la colonia de los fieles súbditos de la Corona francesa.

Sin embargo, el señorío no permaneció inmune a su contexto. La presencia de indígenas, amigables y hostiles; las características propias del entorno, el río San Lorenzo y los espesos bosques; el comercio de pieles, que atraía a numerosos individuos, que más que convertirse en agricultores anhelaban amasar una fortuna mediante otros medios, así como las ambiciones coloniales de otras potencias, lo transformaron de manera irrevocable. Fue así que la colonia quedó a merced de presiones internas y externas que tuvieron una fuerte impacto en su devenir. Es pues el propósito en este libro, revisar las diversas etapas de la colonización que dio origen a Nueva Francia y su tránsito de un enclave peletero a una colonia formal, en la que coexistían tantos rasgos propios de la metrópoli como los originados en el escenario americano, algunos de los cuales perviven hasta la actualidad.

  • HIS029000 HISTORIA > Norteamérica
  • 970 Geografía e historia > Historia general de América del Norte > Historia general de América del Norte; Nativos de América del Norte
  • Historia
  1. Nombre
    • María Estela Báez-Villaseñor (Autor)

    • Doctora en Historia por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, profesora investigadora del departamento de Filosofía en la misma institución. Ha impartido cursos sobre América del Norte, temática en la que se ha especializado. Autora de varios artículos académicos. En sus obras se encuentran los libros: Tierra sin ley, la colonización del Oeste de Estados Unidos; Voces y experiencias de quienes forjaron una nación. La inmigración a Estados Unidos de la época colonial al siglo XX, y Bosques, castores y señores. Fundación y desarrollo de Nueva Francia (1500-1715).