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Bestiarios

Colección Imágenes del Tiempo
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 CÓMO CITAR

Con el título Bestiarios se pretende aludir a toda esa genealogía que, a lo largo de su presencia en la Tierra, el ser humano ha concebido como un extremo de lo que él mismo es: la bestia que medra en su sino más íntimo.

David Hume (apunte de Luis Villoro) afirmaba que todo acto de ficción partía, necesariamente, de lo ya conocido por hombre o mujer, por mayor que fuera su extravagancia. Si imaginamos un cíclope, pongamos por caso, ese cíclope (más allá de las alegorías que pueda suscitarnos) tiene un ojo; y ese bestial ojo es algo que ya existe como ojo en la realidad. Los cuernos demoníacos son cuernos, así como sus patas de cabrío. La bestia es, pues, un extremo de la realidad conocida, y es en esos extremos donde los autores del presente libro pretenden hincar el diente.

El subtítulo, quizás más enigmático, es (en principio) producto de dos imaginarios. Jorge Luis Borges concibe un "bestiario" al que denominó El libro de los seres imaginarios, silva de varia lección (al que inicialmente llamó Manual de zoología fantástica, FCE, 1957). El subtítulo, señaladamente, alude a una miscelánea enciclopédica (de autores griegos y latinos) publicada por Pedro Mexía en el siglo XVI. Por su lado, Juan José Arreola publica hacia 1949 Varia invención (variante gongorina de "varia imaginación"). De modo de Bestiarios. Silva de varia invención es, ante todo, una variada miscelánea de diversos oficios imaginarios y estéticos alrededor de la bestia.

Carlos Gómez Carro nos dice en el prólogo: "El libro se quiso como un tarot, un adivinatorio que erra y acierta", como ocurre con algunas predicciones oraculares, de ahí las ilustraciones debidas al artista gráfico Guzo que alertan y son anuncio de lo que se espera, o mera compañía, concebida para el simple goce. Dos de los ensayos incluyen, como parte de su narrativa, ilustraciones hechas ex profeso por Nicolás Amoroso y reproducciones de la pintura de la artista Maximino Javier".

Así pues, el libro cuenta con obras de imaginación pictórica, la cual, conjuntada co la imaginación que provee el ensayo (especulación teórica y metódica) da como resultado un producto atractivo e interesante.

Un halago a la inteligencia abierta.

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Con el título Bestiarios se pretende aludir a toda esa genealogía que, a lo largo de su presencia en la Tierra, el ser humano ha concebido como un extremo de lo que él mismo es: la bestia que medra en su sino más íntimo.

David Hume (apunte de Luis Villoro) afirmaba que todo acto de ficción partía, necesariamente, de lo ya conocido por hombre o mujer, por mayor que fuera su extravagancia. Si imaginamos un cíclope, pongamos por caso, ese cíclope (más allá de las alegorías que pueda suscitarnos) tiene un ojo; y ese bestial ojo es algo que ya existe como ojo en la realidad. Los cuernos demoníacos son cuernos, así como sus patas de cabrío. La bestia es, pues, un extremo de la realidad conocida, y es en esos extremos donde los autores del presente libro pretenden hincar el diente.

El subtítulo, quizás más enigmático, es (en principio) producto de dos imaginarios. Jorge Luis Borges concibe un "bestiario" al que denominó El libro de los seres imaginarios, silva de varia lección (al que inicialmente llamó Manual de zoología fantástica, FCE, 1957). El subtítulo, señaladamente, alude a una miscelánea enciclopédica (de autores griegos y latinos) publicada por Pedro Mexía en el siglo XVI. Por su lado, Juan José Arreola publica hacia 1949 Varia invención (variante gongorina de "varia imaginación"). De modo de Bestiarios. Silva de varia invención es, ante todo, una variada miscelánea de diversos oficios imaginarios y estéticos alrededor de la bestia.

Carlos Gómez Carro nos dice en el prólogo: "El libro se quiso como un tarot, un adivinatorio que erra y acierta", como ocurre con algunas predicciones oraculares, de ahí las ilustraciones debidas al artista gráfico Guzo que alertan y son anuncio de lo que se espera, o mera compañía, concebida para el simple goce. Dos de los ensayos incluyen, como parte de su narrativa, ilustraciones hechas ex profeso por Nicolás Amoroso y reproducciones de la pintura de la artista Maximino Javier".

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Un halago a la inteligencia abierta.

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Con el título Bestiarios se pretende aludir a toda esa genealogía que, a lo largo de su presencia en la Tierra, el ser humano ha concebido como un extremo de lo que él mismo es: la bestia que medra en su sino más íntimo.

David Hume (apunte de Luis Villoro) afirmaba que todo acto de ficción partía, necesariamente, de lo ya conocido por hombre o mujer, por mayor que fuera su extravagancia. Si imaginamos un cíclope, pongamos por caso, ese cíclope (más allá de las alegorías que pueda suscitarnos) tiene un ojo; y ese bestial ojo es algo que ya existe como ojo en la realidad. Los cuernos demoníacos son cuernos, así como sus patas de cabrío. La bestia es, pues, un extremo de la realidad conocida, y es en esos extremos donde los autores del presente libro pretenden hincar el diente.

El subtítulo, quizás más enigmático, es (en principio) producto de dos imaginarios. Jorge Luis Borges concibe un "bestiario" al que denominó El libro de los seres imaginarios, silva de varia lección (al que inicialmente llamó Manual de zoología fantástica, FCE, 1957). El subtítulo, señaladamente, alude a una miscelánea enciclopédica (de autores griegos y latinos) publicada por Pedro Mexía en el siglo XVI. Por su lado, Juan José Arreola publica hacia 1949 Varia invención (variante gongorina de "varia imaginación"). De modo de Bestiarios. Silva de varia invención es, ante todo, una variada miscelánea de diversos oficios imaginarios y estéticos alrededor de la bestia.

Carlos Gómez Carro nos dice en el prólogo: "El libro se quiso como un tarot, un adivinatorio que erra y acierta", como ocurre con algunas predicciones oraculares, de ahí las ilustraciones debidas al artista gráfico Guzo que alertan y son anuncio de lo que se espera, o mera compañía, concebida para el simple goce. Dos de los ensayos incluyen, como parte de su narrativa, ilustraciones hechas ex profeso por Nicolás Amoroso y reproducciones de la pintura de la artista Maximino Javier".

Así pues, el libro cuenta con obras de imaginación pictórica, la cual, conjuntada co la imaginación que provee el ensayo (especulación teórica y metódica) da como resultado un producto atractivo e interesante.

Un halago a la inteligencia abierta.

  • LCO010000 COLECCIONES LITERARIAS > Ensayos
  • 809.6 Literatura y retórica > Generalidades > Historia literaria y crítica > Historia literaria y crítica de las letras
  • Arte
  1. Nombre
    • Carlos Gómez Carro (Coordinación editorial de)

    • Información de autor disponible próximamente.